Volviendo a la ruta
Tuvieron que pasar 08 años para que pudiese salir de vacaciones en verano. Si, suena algo extraño no?, pero más vale tarde que nunca. De octubre a marzo era la denominada temporada alta en el negocio del turismo, detalle que me hizo siempre estar ahí, atento a las demandas, a las coordinaciones, a las rentabilidades y a las emergencias.
Pues bien, he emigrado del turismo a la logística, negocio donde el valor o fortaleza fundamental es el orden, la metodología, la planificación, la gestión del riesgo interno y por supuesto el formar y cultivar equipos de trabajo.
Y así de la nada, una tarde de un día miércoles a eso de las 18:00 horas decidimos viajar al "norte", que en realidad consistía en la ciudad de Concepción como principal referencia y en Talcahuano como lugar de estadía. Juntamos las cosas, preparamos a los niños, conseguimos el seguro de responsabilidad civil internacional y compramos pesos argentinos para el combustible y snacks en ruta. Antes de salir, y como siempre acostumbramos, nos encomendamos a Dios a fin de que cuidara de cada uno de nosotros en este viaje, y del vehículo en el cual nos movilizaríamos por 6000 kilómetros.
A eso de las 00:00 horas partimos con destino inicial a la ciudad de Río Gallegos en Argentina. Todo bien hasta la frontera argentina, lugar donde en la aduana chilena, para salir del país me pidieron el renombrado "pasavante". La providencia divina logró que entre 02:30 y 03:30 am obtuviéramos los documentos y continuáramos viaje hacia Chile vía Cardenal Samoré; la otra alternativa era simplemente retornar a Punta Arenas y descartar el viaje.
En la ruta argentina todo bien, ya la conocíamos; cuatro años antes habíamos viajado desde Punta Arenas a Buenos Aires. Normalmente, en cada estación de servicio aprovechábamos de chequear nuestros emails y las redes sociales.
Cuando cruzamos el paso fronterizo que da a Osorno, y retomamos la carretera chilena la sensación fue maravillosa. Me volví a encontrar con aquellos paisajes, aquellos matices, aquellos aromas, esos colores, los diseños de las vías, los detalles de la gente; todos esos detalles que por mucho tiempo habían estado latentes.
Osorno nos recibió con baldes de lluvia, y nosotros andábamos así, con shorts y polera, disfrutando de esa lluvia cálida, a pesar de que a la mayoría de la gente parecía generarle sólo un frío intenso.
Estaba de vuelta en esa parte de Chile que antes en los tiempos de mi niñez, adolescencia y universidad visitaba constantemente. Antes viajaba solo, era yo y un bus, era yo y un auto, era yo y la carretera. Volvía ahora a reencontrarme con esta ruta, con esta vía, con estos caminos y lo hacía acompañado de mi esposa y mis dos hijos, todos muy buenos viajeros, amigos y compañeros.
Me encanta viajar, especialmente conducir, disfrutar de los momentos en familia, darle la oportunidad a mi esposa para que se cargue nuevamente de energías, de que los niños conozcan otros lugares, que sientan el sol de la playa, conozcan la calidez de su familia en el "norte", y por supuesto, nos consolidemos como equipo, como padre, como madre y como hijos, como familia que somos.
Punta Arenas, 18 de marzo de 2012.